martes, 16 de enero de 2018

Harry Potter y la cámara secreta

Harry Potter vuelve. En esta segunda entrega J. K. Rowling continúa las aventuras del mago en Hogwarts. La trama de los enfrentamientos entre el bien y el mal en un marco escolar se enriquece con algunos matices de suspenso: descubrir qué hay en la cámara secreta si es que existe. Además aparecen nuevos personajes y objetos: Dobby, el elfo; el auto volador, arañas y serpientes gigantescas, fantasmas dolientes, el sauce boxeador, Fawkes.

Entre algunos aspectos que llaman la atención está la de las cartas que hablan. Esto puede ser, además de imaginación, una reminiscencia a las primeras correspondencias en la época clásica de Roma y Grecia. Por otra parte, la inscripción en la cámara de los secretos recuerda a la que aparece en el infierno de la Divina comedia de Dante. Además, las constantes apariciones de seres originarios de diversas mitologías son un buen pretexto para adentrarse en ellas y conocer un poco más de mitos del mundo. Al igual que en el primer título de la saga, hay varios elementos susceptibles de ser utilizados para desarrollar ejercicios de escritura creativa. Un ejemplo de ello son las pócimas.


Rowling, J. K.: Harry Potter y la cámara secreta, 8ª. ed., Barcelona, Salamandra, 2001, 286 p.

martes, 28 de noviembre de 2017

Harry Potter y la piedra filosofal

Hace quince o dieciséis años acudí a la Feria Internacional del Libro Infantil y Juvenil. En varias conferencias hicieron alusión o mencionaron a Harry Potter. No lograba saber a qué se referían. Existía una enorme brecha entre sus palabras y mis referentes. En el primer recorrido que realicé por la Feria, observé que Harry Potter era un fenómeno editorial. Es así como me hice de los tres primeros títulos de la saga. Mi esposa los devoró y solicitó que adquiriera los restantes. Así es como llegó este maguito a habitar el multifamiliar que son mis libreros.

En lo posible evité ver las versiones cinematográficas (a excepción de las dos últimas) con la finalidad de que las imágenes creadas fueran lo más propia posibles. Pero la mercadotecnia y el constante bombardeo mediático hicieron que fuera poco menos que imposible. De tal manera que las siguientes líneas corran el riesgo de aludir o mencionar aspectos que ya fueron abordados hasta la saciedad. Es de este riesgo donde surge una propuesta de lectura: ubicar, con calendario en mano, las fechas en las cuales se presentan episodios y eventos dentro de la obra. Otra vertiente es hacer una revisión de las mitologías mundiales.

Una más es la generación de escritura a partir de los denominados “puntos indeterminados”. Por ejemplo: El capítulo tercero de Harry Potter y la piedra filosofal, “Cartas a nadie”, brinda la posibilidad de estudiar, pero principalmente, producir textos epistolares. Harry recibe correspondencia de un remitente desconocido. Si invirtiéramos los papeles, podríamos hacer que los chicos envíen cartas a un destinatario cualquiera: el peatón que va por la calle, la persona que siguió el globo, el pasajero que dio con un sobre en el transporte público. ¿Qué contarían los adolescentes? Lo que quieran. El reto es que inicien una conversación y que estén dispuestos a compartir lo que ello quieran: características y costumbres de su comunidad, gustos, fobias, anhelos. La dificultad primordial estaría en responder la pregunta: ¿qué le digo al otro abstracto, al desconocido?

En secundaria, uno de los temas lo constituyen los elementos paratextuales. ¿Y si aprovechamos y los chicos escriben, editan y confeccionan alguno de los libros que le solicitan a Harry para su ingreso en Hogwarts? Opciones hay muchas. En Harry Potter y la piedra filosofal, en el capítulo quinto “El callejón Diagon”, hay algunos títulos. En Harry Potter y la cámara secreta, toda la obra del profesor Gilderoy Lockhart. La ladrona de libros también puede nutrir de títulos. ¿De qué tratan estos libros, cuál será su índice, sus ilustraciones?

Rubén Ávila Alonso, instructor de la Dirección General de Bibliotecas de la Secretaría de Cultura del gobierno federal, propone en su taller “Destino de héroes”, incluido dentro del manual Voces jóvenes en tu biblioteca pública una analogía de lista de útiles escolares a la que presenta Rowling. Esto es, si a Potter le solicitaron calderos, varita mágica, sombrero, ¿cuáles serán los “útiles escolares” que pedirían en una escuela de choferes de transporte público, de plomeros, de policías, de maestros, de bibliotecarias, etc.? En el primer ejercicio está implícita la escritura creativa, en éste el pensamiento creativo.

Finalmente, en Harry Potter y la piedra filosofal, hay un momento, en el trayecto hacia Hogwarts, en que aparecen estampitas de magos. Como esas estampas de beisbolistas o futbolistas que coleccionan los chicos. Esta es una buena oportunidad para conocer la biografía de los alquimistas y científicos de la química (sin que ello implique que la actividad se circunscriba a estos dos ámbitos). La investigación, la creatividad, el juego estarían puestos para la producción de sus propias estampas, las cuales –previa coordinación entre docentes- podrían intercambiarse con alumnos de otro salón, e incluso, otra escuela. Si aprender es más fácil cuando el proceso es significativo y tiene emoción, creo que estas son algunas ideas que pueden aportar un halo de frescura a las clases.


Rowling, J. K.: Harry Potter y la piedra filosofal, 9ª. ed., Barcelona, Salamandra, 2001, 254 p.

martes, 3 de octubre de 2017

Los peregrinos de N. C. Wyeth

Es común asociar el Día de Acción de Gracias estadounidense con el famoso pavo y la convivencia familiar. Incluso, a últimas fechas, en nuestro país se distribuyen felicitaciones a través de redes sociales. Pero, ¿de dónde viene esta tradición? Robert San Souci da una breve explicación por medio de una pequeña narración basada en las ilustraciones de N. C. Wyeth.

Después de una ardua investigación San Souci ofrece su narrativa a los apuntes y anotaciones de Wyeth. No fue tarea fácil ya que para realizarla tuvo que escudriñar diversas fuentes históricas para contrastar lo expuesto en las imágenes de Wyeth. La historia es sencilla: la llegada del Mayflower a las costas americanas. La travesía por el Atlántico, con ciento dos pasajeros, duró 66 días. Los peregrinos, muchos de ellos separatistas, se enfrentaron a una nueva realidad. Es así como se da la colonización.

El libro está dirigido a la infancia. Quizá sea por eso la interacción entre los europeos y los nativos americanos aparece con una cordialidad inusitada. Sin embargo, ello no resta un matiz “salvaje” y peligroso de los indios. Los peregrinos son presentados como individuos trabajadores, activos, pacíficos. Los indios llegan a robar algunas herramientas de los peregrinos, los cuales se sienten intimidados ante un posible ataque de los primeros. Si bien ningún texto está despojado de ideologías, éste es un claro ejemplo de vehículo de versiones oficiales de la historia.


San Souci, Robert: Los peregrinos de N. C. Wyeth, Singapur, Lectorum Publications Inc., 1992.

martes, 23 de mayo de 2017

La feria

Uno de los pilares de la literatura mexicana es Juan José Arreola (Zapotlán El Grande, -hoy Ciudad Guzmán- Jal. 21 de septiembre de 1918-Guadalajara, Jal. 3 de diciembre de 2001). En La Feria Arreola narra una trama a varias voces en apariencia desarticuladas. Es decir, conforme iba leyendo me daba la impresión de estar frente a un episodio de esos cotidianos donde existen varios testigos, cada uno de ellos vierte su versión: la realidad a la que se enfrentan día a día, la vida cotidiana de un poblado mexicano (Zapotlán) que puede ser cualquiera ya que se siguen manifestando prácticas de la novela.

La tradición oral, el habla rural se encuentran a flor de piel, pero también las referencias bíblicas, la idiosincrasia mexicana entre la Colonia y la llegada de la industrialización. Las constantes confesiones ante el sacerdote, que de tan inocentes llegan a ser cómicas:

-Me acuso Padre de que tengo novia.
–Eso no es pecado, pero tú no tienes edad.
–Y el otro día le tenté…
–¿Qué le tentaste?
–Cuando yo era chico, mi tía Jesusita con una mano me levantaba el brazo y con el filo de la otra iba haciendo como que me cortaba con un cuchillo: "Cuando vayas a comprar carne, no compres de aquí, ni de aquí, ni de aquí… ¡Sólo de aquí!" Y de repente me hacía cosquillas debajo del arca.
–¿Y eso a qué sale?
–Es que yo también jugué a eso con Mela, pero se lo hice en la pierna, empezando por el tobillo… "Cuando vayas a comprar carne…

La picardía, la religiosidad, los dichos populares, la autobiografía y los recuerdos también son un elemento. El coro de la narración da voz al principal protagonista de la historia: el pueblo.

La fragmentación hace posible que pueda leerse como un libro de microrelatos. De hecho, el primer contacto que tuve con la obra fue por medio de la antología Microficción mexicana de Lauro Zavala. La relación entre Odilón y Chayo constituye un puente hacia el texto completo. Durante su lectura compartí algunas líneas en Facebook y las solicitudes y orientaciones para la adquisición del libro no se hicieron esperar. De ahí que considero a La Feria como una de esas obras que pueden acercar a la lectura.


Arreola, Juan José: La Feria, 6ª. ed., México, Joaquín Mortiz, 1980, 183 p. (Obras de J. J. Arreola).

viernes, 3 de marzo de 2017

Tantos rostros como madrugadas

Alejandra Rodríguez Arango (Ciudad de México, 1965) tiene en la figura femenina a sus protagonistas. Mujeres solas, que esperan un día a la semana para escapar de la cotidianeidad doméstica, que hacen de la fantasía su cómplice erótico, voces anónimas que recitan un monólogo poético, otras añoran las expectativas matrimoniales, obsesivas e inseguras unas, valientes en la búsqueda de su satisfacción las otras, amantes furtivas que dejan huella; mujeres respetuosas de la privacidad ajena, que ven reproducir en su hijo al marido del que escaparon, otras que son presa de sus anhelos, mujeres buscando respuestas en ellas mismas, fantasiosas, mujeres que naufragan en sus recuerdos y salen vivas, otras que matan.

Hombres que atrapan el deseo tantas veces despreciado, tantas veces prohibido en el lecho matrimonial a causa de la gravidez de su esposa, hombres atrapados en el enigma de los escorpiones, en su machismo egocentrista a la hora del amor y de la vida matrimonial. Mujeres que llevan por nombre Clara, Julieta, Lulú, Concha, Chelo, Ana, Melisa, Carla, Isabel, Mercedes, Silvana. Pero también pudieron llamarse Lupe, Martha, Azucena. Porque son mujeres reales. Están todos los días en la vida cotidiana.

La narración en primera persona y con un narrador omnisciente tiene un matiz de intimidad, de complicidad. El erotismo que permea muchas de las historias se puede resumir en una de las líneas del libro: “Salvador repara en los senos que se adivinan a través de la tela adherida por la humedad al cuerpo.” He mencionado que las mujeres de los cuentos son mujeres reales, por ello no sería extraño que entre sus páginas alguien encuentre un espejo. Por la misma característica, y fortalecida por la claridad y sencillez del lenguaje, puede considerarse un texto para iniciar a alguien en la lectura.

Rodríguez Arango, Alejandra: Tantos rostros como madrugadas, México, conaculta, 2001, 97 p. (Fondo Editorial Tierra Adentro; 238).

martes, 21 de febrero de 2017

Cuentos de la Alhambra

Seducido, muy probablemente, no sólo por la majestuosidad del sur español –en particular la Alhambra-, sino también por la magia de Las Mil y Una Noches, Washington Irving (Nueva York, 1783-1859), recrea y recupera historias dentro de los límites de ese hermoso espacio. De esta manera encontramos, lo mismo, el origen del palacio que leyendas de personajes árabes, pero también de recovecos y áreas emblemáticas. Tratemos de imaginar la maravilla que apareció ante los ojos de Irving en 1829, cuando conoció Granada. Además de contar con la fortuna de alojarse en el mismísimo palacio.

Deseoso de dejar registro de esta espectacular visita escribe “El palacio de la Alhambra”, “La torre de Comares”, “La habitación del autor”, “El balcón”. En cada uno de estos relatos encontramos ejemplos de cómo se realiza una descripción literaria, ejemplificaré:

En el hueco central del Salón de Embajadores hay un balcón, que antes he mencionado, el cual semeja en la pared de la torre una como jaula suspendida en medio del aire y por encima de las copas de los árboles que crecen en la pendiente ladera de la colina.

También podemos apreciar en este fragmento la secuencia que guardan entre sí los textos al interior de la obra.

Pero el libro no sólo se nutre de espacios, también de personajes. Esos individuos que en un juego bidireccional otorgan identidad a una comunidad, pero adquieren la propia de sus interacciones diarias. Observador meticuloso, Irving registra la vida cotidiana de la Alhambra, a principios del siglo xix, en los textos “La aventura del albañil” y “Tradiciones locales”. Después de estas fotografías literarias hacen su aparición las leyendas: del astrólogo árabe, del príncipe Ahmed al Kamel, del legado del moro, de las tres hermosas princesas y del gobernador y el escribano.

Es en estos últimos textos cuando pienso en el legado de Las Mil y Una Noches: la belleza física, la realeza, las predicciones fatalistas, la adivinación, son algunos de los elementos que permean las leyendas. La polarización de las personalidades, la eterna lucha del bien contra el mal. Desde luego también encontramos la idealización del amor. Cito un fragmento de “Leyenda del príncipe Ahmed al Kamel o el Peregrino del Amor”:

-¡Perfectamente, príncipe mío! El amor es el tormento de uno, la felicidad de dos y la lucha y enemistad de tres; es el encanto que atrae mutuamente a dos seres y los une por irresistibles simpatías, haciéndolos felices cuando están juntos, pero desgraciados cuando están separados.

Cuentos de la Alhambra es un texto ampliamente recomendado para iniciar en la lectura a jóvenes. Si se les acompaña en el proceso se podrá referir, constantemente, a las multicitadas Las Mil y Una Noches, a la música que ha inspirado el sur de España, a las diferentes manifestaciones artísticas y culturales que heredamos de la cultura árabe.


Irving, Washington: Cuentos de la Alhambra, 2ª. ed., México, Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, 2009, p. 173, (Clásicos para hoy).

lunes, 20 de febrero de 2017

La noticia o la vida

Cuando a principios del año 2011 se suscitó una balacera en la Avenida Francisco García Salinas, en la zona conurbada Zacatecas-Guadalupe, el terror se apoderó de la población. En los siguientes días, apenas oscurecía y la ciudad estaba desierta. Después, las ejecuciones, los levantones, los enfrentamientos, el ulular de las sirenas, el desfile de los marinos y hasta el helicóptero fueron parte del escenario zacatecano. Después, el argumento y acusación de “estar involucrados con la delincuencia organizada”, era el resultado de las pesquisas en cada uno de los casos que salían a la luz pública.

Gobierno y sociedad repetían las conclusiones. Algunos medios las publicaban. Años después hubo un “pacto” por no dar a conocer hechos violentos en la entidad. ¿Esta iniciativa fue auténtica de los dueños y directivos de los rotativos, fue indicación gubernamental? Después de leer Narcoperiodismo de Javier Valdez Cárdenas, aparece otro elemento, ¿fue el narco? Quizá parezca descabellado para aquel que no ha escuchado, visto, palpado, la intimidación, la amenaza cumplida. Quizá sea una ficción para quienes desde el poder, o sus porristas, perciben un México como el mejor México posible. Quizá sea una corroboración del México de las contradicciones: el campesino tiene hambre, el albañil no tiene casa y el periodista ha perdido su palabra en pro de conservar la vida.

A través de testimonios desgarradores, críticos, estudiados, Valdez Cárdenas nos lleva por un viaje que hace escalas en la indignación, el terror, el dolor, la muerte, el coraje y sí, el miedo. Porque además de conocer casos donde la dignidad humana vale la foto de un cadáver (tenemos la mala costumbre de comer); donde estar en el lugar y la hora equivocados puede provocar exilio; donde un abogado gringo denota más solidaridad y humanismo que las propias autoridades mexicanas.

Difícil profesión la del periodista en nuestro tiempo. Más en estados como Veracruz. En estas páginas tendremos más elementos para estar enterados de la represión y persecución de trabajadores de la prensa en el sexenio de Javier Duarte. Pero también de cómo en Tamaulipas el periodista queda en medio del fuego cruzado de los carteles. Haciendo de los medios su vehículo de difusión, propaganda e intimidación. Los mensajes quedan en las narcomantas, en los cuerpos sus adversarios, pero también en las páginas de los diarios de mayor penetración. ¿En qué momento se convirtieron, o conjugaron, los oficios de sicario y editor?

Ahora bien, el riesgo es inversamente proporcional al alcance del medio de comunicación o a su penetración en la colectividad. Sin que esto dote de inmunidad a los trabajadores de las grandes televisoras. El caso de Alejandro Fernández Pacheco es prueba de ello. La decisión de transmitir un fondo negro por parte de Televisa es similar a las marchas convocadas para expresar nuestro desacuerdo con Trump. Cuando uno lee este libro entiende por qué somos el tercer país en el mundo donde ejercer el periodismo es peligroso. Pero también es una llamada de atención como sociedad. Cito a Rossana Reguillo:

Creo que no hemos sido capaces de debatir de manera profunda como sociedad. Por un lado, hay un crecimiento de la espectacularización de la violencia; incluso algunos medios serios de repente pierden el tono y parecen querer vender más sangre y esto genera un efecto de normalización. Como el ejecutómetro: "Narco treinta muertos", "narco veinte muertos"; es como perder el análisis de fondo de lo que significa una vida cegada por el narco, por esta guerra, esta barbarie que no tiene por dónde agarrarse de manera racional y muchas cosas uno no las entiende.
Pero, por otro lado, me parece que hay una especie de prurito en algunos otros medios para, digamos, hablar de manera desnuda, que no significa pornográfica, de lo que acontece. Entonces, creo que no debe darse cuenta de cómo el aparato de muerte se ha diversificado por medio de torturas cada vez más brutales, mensajes sobre los cuerpos arrojados, etcétera. Creo que es un error, porque eso genera la sensación de que es lo mismo morir baleado que desollado. Creo que nos ha faltado vocabulario, debatir esto: ¿Hasta dónde lo demuestras?, ¿cómo nos ayuda a pensar?, no el detalle pornográfico de la muerte, sino el hecho mismo de cómo se ha ido haciendo más sofisticada esta violencia. Y, por otro lado, también me parece que, salvo raras excepciones, no se recupera la historia de fondo. Detrás de cada uno de estos actos de barbarie, todo da lo mismo o al revés: "Es que la violaron porque era narcosatánica", "lo mataron porque era narco", es algo que genera un país de muertos buenos y malos, de víctimas malas y buenas. Eso no ayuda a entender que el victimario y la víctima son personas.

En efecto, la guerra contra el narco, y sus víctimas colaterales –según el lenguaje de Calderón Hinojosa-, es un enfrentamiento entre buenos y malos. Tan sólo recuérdese la consigna: “Los buenos somos más”.

Fiel a su estilo narrativo de sus notas periodísticas, Valdez Cárdenas devela un ámbito más penetrado por el poder del narcotráfico. Devela una piedra más en el zapato de este país. Pero también nos lleva a la reflexión de cuál es nuestro papel en todo ello, qué hacemos, cuánto callamos, cuánto omitimos. Desnuda, asimismo, la perversa dicotomía narco y corrupción. Dicen que lo que no se nombra no existe, y los protagonistas de estas páginas rompen el silencio y nombran, y describen, y recuerdan. Pero también, seguramente, lloran, piensan, añoran.


Valdez Cárdenas, Javier: Narcoperiodismo: la prensa en medio del crimen y la denuncia, México, Aguilar, 2016, 267.